Eran principios de primavera, cuando los árboles se vestían con trajes de todos los colores y se rociaban con maravillosos aromas, cuando los pájaros llenaban los campos de portentosos y maravillosos cantos.
Francesco salió de su cuarto, se dirigió a la cocina, preparó un café con leche, a continuación se fue al baño para arreglarse antes de ir al trabajo.
Una vez arreglado salió de su casa y se puso en camino al trabajo. Mientras iba a su oficina se percató de que las calles estaban completamente desiertas, y también de que la gente que se asomaba a sus ventanas lo hacía por algún motivo, pero Franccesco no sabía por qué.
Cuando llegó a su oficina vio en un cartel grande “CERRADO POR PREVENCIÓN”. Franccesco no podía creer lo que veía y además no entendía lo que pasaba. Como no podía entrar en la oficina, decidió volver a casa. Una vez allí cogió el teléfono y marcó el móvil de su jefe y le llamó… Comunicaba. Francesco colgó y volvió a llamar, esta vez sí que le cogió la llamada:
-¿Diga?
– Jefe, soy Franccesco. Una pregunta
– Tú dirás, Francesco- Le dijo con intriga su jefe
– ¿Sabe usted por qué han cerrado la oficina?
– Sí, Francesco. Por desgracia sí, hay un bicho suelto de color negro carbón que anda merodeando por ahí y transmite una enfermedad muy rara que hace que las personas débiles tengan fiebre que puede llegar incluso superar los 40ºC, por eso hay muha gete que está cerrada en su casa porque temen al bicho. Es una…
– Señor pero por ese bichito no tienen porqué hacer que cierren la empresa si no es para tanto lo de aquel bichito de nada.
– Francesco, soy tu JEFE por lo tanto debes obedecerme y no se rechista más… o, acaso eres tú el que va a inventar algo para que el bicho llamado “CORONAVIRUS’’ no cause más desgracias. Ahora te pido que te alejes de mi vista por favor.- Su jefe colgó la llamada.
A Francesco no le gustó la respuesta que le dio su jefe así que se propuso a encontrar la solución para matar al coronavirus.
Un día lluvioso Francesco salió de casa, se colocó en mitad de la calle esperando a aquel bicho que causó pánico en todo el mundo y provocó el cierre permanente de su oficina.
Estuvo esperando durante un rato que apareciese el bicho pero no veía nada, ya cansado de esperar decidió marcharse cuando de repente escuchó un rugido potente, se giró y pudo contemplar el horroroso rostro del temible coronavirus cara a cara:
– ¡Nadie puede contra mí! -rugió el coronavirus
– No, pero yo sí puedo -contestó Francesco, sacó de su bolsillo una cerilla y un bote que contenía un líquido azul turquesa…¿Con eso piensas derrotarme ?
– Claro que sí -respondió acto seguido Francesco; abrió el bote y roció al coronavirus con el líquido aromático azul turquesa…
– No temo nada, no me pasa nada lo ves ¡Ja! -Decía el coronavirus con malicia pero pronto se le borró la sonrisa, pues empezó arder y acto seguido murió.
Francesco no daba crédito a lo que veía, había dado resultado. Las personas salieron de sus casas y felicitaron a Francesco por el gran acto heroico que había hecho .
Y colorín colorado este pandémico cuento se ha acabado.
LORENA BEITIA TORRANO de 3ºE