Tras todo el progreso alcanzado en nuestra sociedad parece inimaginable la existencia de un método tan primitivo como lo es la pena de muerte; una decisión definitiva, sin posibilidad de vuelta atrás, la cual es capaz de decidir el futuro de una vida humana, ¿acaso es este un sistema ético?
12 hombres sin piedad es, definitivamente, una película que ilustra a la perfección los fallos presentes en este sistema. En esta, doce hombres tienen que decidir si condenar a un joven a la pena de muerte, acusado de cometer asesinato. once votan a favor, mientras que uno se niega a aceptar tal decisión y puesto que para ondenar al joven la decisión debe ser unánime, comienza una encarnizada discusión entre los presentes. La película nos deja entrever una cuestión moral de suma importancia: ¿qué pasa cuando condenas a un inocente?
En relación a este tema, la historia de Bob Fenenbock es, a todas luces, uno de los casos que mejor ejemplifican estas situaciones. Bob pasó veintiocho años en la cárcel, acusado de matar a puñaladas a un hombre. Después de ese tiempo, el verdadero culpable del crimen confesó haber matado a ese hombre, demostrando así que un inocente había pasado veintiocho años de su vida en la cárcel por un crimen que no cometió.
¿Qué habría pasado si lo hubieran condenado a muerte?¿Puede un sistema que falló en determinar la culpabilidad de un inocente, fallar nuevamente en la culpabilidad de un condenado a muerte?
La respuesta es sí, puesto que ningún sistema es infalible y menos uno llevado a la práctica por humanos. Por lo tanto, si existe la mínima posibilidad de que un acusado sea inocente (que es básicamente en todos los casos) la pena de muerte no debeía ser impuesta, o en otras palabras, la pena de muerte no debería ser aplicada bajo ningún concepto.
Ohiane Zabalegui Bto. 1ºA