Carolin Emcke (Alemania, 1967) trabajó como corresponsal de guerra durante 14 años para Der Spiegel. Periodista y filósofa, además de escribir para publicaciones como El País ha publicado ensayos con títulos tan reveladores como Contra el odio (2016). En el mes de octubre vino a Pamplona invitada por Los Encuentros 72-22 y visitó nuestro instituto para, después de una fabulosa charla con 4º ESO y 1º y 2º BI, contestar las preguntas de ADN.
Haber ejercido como corresponsal de guerra te ha ayudado a comprender mejor los conflictos y las guerras, ¿consideras que ejercer este trabajo en tantas ocasiones y lugares distintos te ha llegado a insensibilizar un poco o justamente te ha pasado lo contrario?
Siempre he trabajado con el mismo fotógrafo, durante quince años, siempre juntos. Y al comenzar nos hicimos dos promesas. La primera fue que si alguno de nosotros empezaba a pensar, a hablar o a escribir cínicamente dejaríamos el trabajo. Con cinismo no puedes ni debes ser corresponsal de guerra. Nunca pasó. La segunda promesa fue que si en algún momento llegábamos a percibir que uno de los dos necesitaba parar y tener un poco de tranquilidad lo diríamos, y esto sí nos pasó, a ambos, nos lo dijimos mutuamente. Esta pregunta es muy importante, porque sí existe el riesgo de insensibilizarse, pero a mí nunca me pasó porque no estaba sola, siempre me afectó, cada nueva historia me dolía.
¿Qué podemos hacer nosotros por los conflictos, qué valor tiene mantenernos informados?
No lo sé, no tengo una buena respuesta. Creo que es muy importante comenzar en las casas, en la familia, en el colegio, no es necesario reaccionar todo el rato a todos los conflictos del mundo, no se puede. Lo importante es no pensar que no se puede. Lo importante es continuar con un deseo de cambiar algo, el deseo de utopía, el deseo de humanismo. Yo tenía una abuela que cuando quería cortar un pan decía “you have to saw not press”, no sé si funciona en castellano: “no presionar, serrar despacio”. Si estás pensando que necesitamos el cambio con solo pensarlo, lentamente, poco a poco, provocamos el cambio. Evidentemente los artículos no cambian el mundo, lo sé, pero una vez escribí sobre una ciudad con muchos incidentes racistas, con mucha violencia contra personas racializadas, y me escribió después un chico diciendo que gracias a aquel artículo y a la reflexión que había suscitado había podido entrar por primera vez en una discoteca. A veces el cambio es poder ir a una discoteca. Publicando un artículo no cambias un conflicto pero puedes cambiar cómo se sienten las víctimas
¿Cómo crees que las redes sociales pueden denunciar y ayudar en casos de violencia?
Creo que es muy difícil porque el algoritmo en el caso de Twitter, por ejemplo, filtra la información, la clasifica y la prioriza de una determinada manera, hay una lógica de priorización. Y no se puede cambiar sin cambiar el algoritmo. En realidad lo que necesitamos es boicotear todas las redes sociales. Creo que el Estado debe destruir Facebook y Google, porque son un monopolio, tenemos leyes contra los monopolios pero no las ejercemos contra estas empresas. Lo digo en cada artículo que escribo. Yo tengo Instagram pero no tengo WhatsApp, no uso Google, no uso Amazon Prime. De vez en cuando, si quiero ver un partido, usó Amazon Prime, pero el de mi pareja (risas). En este asunto de las redes sociales como en el caso del cambio climático, necesitamos cambiar las estructuras.
Efectivamente podemos tomar decisiones individuales, cambiar nuestros hábitos de consumo por unos más amables con nuestro entorno, cómo consumimos, cómo viajamos, qué comemos, pero necesitamos cambiar las estructuras, tenemos que cambiar la política para que esas decisiones individuales provoquen un verdadero cambio.
Hablamos mucho como jóvenes, que somos el futuro, ¿qué testimonios has recogido de jóvenes en zonas de conflictos y su papel en el cambio?
¿Cómo te sientes tú?, ¿te sientes capaz de cambiar el mundo? Mi generación tiene la idea de que nosotros somos culpables de la crisis del cambio climático y que vuestra generación es la que va a salvarnos, a mí me emociona mucho Fridays for Future y todos los activistas jóvenes que están trabajando con un conocimiento, con una pasión y con una dedicación fabulosa, de verdad creo que sois la generación que nos salva. A la pregunta sobre los testimonios de jóvenes en zonas de conflicto y crisis, es muy difícil y depende mucho de la naturaleza del conflicto o de la crisis, de sí hablamos de hambre, guerra o de una represión autoritaria. En todos estos años, el lugar que más me ha impresionado es Gaza, un territorio aislado con un estado islamista represivo de Hamás desde 2006, en el que si un joven quiere encontrase con una chica debe hacerlo en un cibercafé con dos ordenadores de por medio porque no puede hacerlo en un lugar público ni en una casa privada. Y esta imposibilidad de tener una vida normal, una vida propia de jóvenes, me impresionó muchísimo, ¡la imposibilidad de imaginarse un futuro distinto! Porque para mí esto es la juventud: poder imaginar una vida distinta a la pensada por los padres, una disrupción. Y esto destruye la fantasía, el deseo. Esta es la región que más me impresionó. Ahora Irán es lo contrario, puedes ver chicos y chicas de 12, 13, 14 años que están cambiando el país. Pero sin duda, en el asunto del desastre climático, vuestra generación es la que nos da esperanza. Y vosotros que vivís alejados de estas zonas de conflicto, pobreza o represión, podéis tener gestos de solidaridad con estos jóvenes, ellos las necesitan porque no obtienen respuesta positivas de sus mayores, ni de sus gobiernos ni de la prensa.
¿En qué medida es cierto que un pequeño gesto puede cambiar el mundo?
Hemos visto ya dos revoluciones: en Túnez, primero, y ahora en Irán, que no comenzaron con gestos pequeños, sino con una agresión concreta, una violación, que no era la primera vez que ocurría sino que había ocurrido anteriormente muchas veces. Lo que a mí me interesa es cuándo se alcanza en una sociedad el punto del basta ya. El caso de Erick Garner, por ejemplo, anterior a George Floyd que dio lugar al movimiento Black Lives Matters: George Floyd dijo una frase que se hizo muy famosa “No puedo respirar”, pero en mi opinión, poco antes y en respuesta al acoso policial Erick Garner dijo una frase que para mí es más importante que la de “I can’t breath”, Garner dijo “esto tiene que parar hoy”. Me interesa cuándo se alcanza el momento de “basta ya”. Reaccionamos con un gesto positivo o de resistencia, sí, pero este gesto funciona solamente si hay una comunidad que lo reciba.
Equipo de Redacción ADN.