Meima Sidibe, 4º ESO D
Hoy en día es muy común la transmisión de información por redes gracias a la evolución tecnológica que ha facilitado la difusión de la misma. Pero, ¿es totalmente fiable depender de ella como nuestra fuente de información científica?
Posts de supuestos doctores o científicos, Wikipedia, videos promocionados por Youtube, noticias y artículos pocos seguros promovidos por Google News. Estos son los medios más populares por los que una gran cantidad de personas descubren novedades del mundo. La mayoría de usuarios saben que no se pueden creer todo lo que ven y a pesar de ello es bastante común que se dejen llevar por noticias que se relacionan con sus creencias y gustos, atraídas por el algoritmo.
¿Qué es el algoritmo? El algoritmo, aplicado en la tecnología, es un sistema sacado de una recopilación extensa de datos que hace una IA para impulsar la promoción de ventas de productos de una compañía. Sin embargo, últimamente ha llegado a ser un tanto inquietante por la especulación de robo de datos sin consentimiento. Algunos usuarios afirman que después de pocas búsquedas de algún objeto en venta de manera online, suelen ser bombardeados con anuncios sobre ellos de diferentes sitios. Esto suele ocurrir por las ‘cookies’ que siempre aceptamos en páginas webs que visitamos, sin leer de qué se tratan. En realidad, lo que realmente estamos consintiendo suele ser un ‘contrato’ para que puedan guardar datos de nuestras interacciones a través de internet, y de ahí generar su sistema de algoritmo y vendernos productos.
Si hablamos de Wikipedia, una de las redes de consulta más utilizadas, se trata de un ciberespacio con información que puede editar cualquier persona independientemente de su cualificación o nivel de conocimiento. Por tanto, lo más recomendable sería investigar en páginas webs que certifiquen algún tipo de origen de alguna empresa mundialmente conocida por su credibilidad, institutos especializados en estos tipos de ámbitos o centros de investigación científica. Otra opción igualmente válida podría ser consultar fuentes recomendadas por el gobierno como las radios nacionales o las noticias en televisión promovidas por las administraciones públicas.
Otro ejemplo muy popular entre jóvenes que usan para ‘ayudarse’ con sus deberes y trabajos, pero que acaba siendo plagio total, es Chat Gpt y algunas de sus variaciones. Un artículo de nuestra propia revista explica la razón por la que la reputación de este medio de información es muy dudosa.
“Manual para suspender con Chat Gpt”
Existe un ejemplo muy reciente que ha demostrado que muchas personas en tiempos de crisis o de gran estrés, acaban siendo las más propensas a creerse lo primero que ven en cualquier red social sin informarse más a fondo del tema. Durante la pandemia de Covid-19, la mayoría de la población que no estaba familiarizada con algún tipo de dificultad a gran escala, sobre todo jóvenes entre las edades de 5 a 17 años, utilizaron como fuente principal de acceso a la información redes sociales como ‘TikTok’ y ‘Instagram’, en las que personas con poca amplitud de conocimientos publicaban videos desinformando. Merece la pena recordar la supuesta implantación de chips en las vacunas, las nuevas noticias que salían cada semana sobre frases sacadas de contexto de políticos (especialmente Trump), o las terapias alternativas que prometían y siguen prometiendo curar el cáncer sin evidencia científica alguna.
Este artículo está escrito con la única intención de que el lector reflexione sobre cuáles son las fuentes de confianza, y si aquellas de las que solía extraer información antes siguen siendo válidas.