No sé lo que me estoy comiendo. Pero no puedo decir que no. ELLA me mira mientras mastico, muda por los nervios. El silencio reina en la mesa, y hace que me sienta observado. No sé por qué, pero percibo que me están interrogando sin necesidad de usar las palabras, como si fuera culpable de algo. Estamos tres en la mesa, yo, ella y ELLA. Las dos tienen en la mirada algo que no logro descifrar. Me temo lo peor, así que a la vez que mastico empiezo a pensar. Yo sé lo que he hecho, y sé, que en el caso de que ella lo sepa, seré yo el que permanecerá totalmente quieto en mi sitio, inmóvil, esperando alguna respuesta. El olor a vino inunda mi nariz, y hay hiedra cubriendo gran parte de la mesa, pero eso no impide que me fije en esa manta. Una preciosa tela cubre la espalda de ELLA, en ella un hilo rojo forma unas figuras preciosas, curvas, líneas,
círculos… Figuras que no logro entender, como si ocultaran un mensaje que solo ellas
dos pueden descifrar.
Sus ojos se clavan en mí, pero no sé lo que quiere decirme, los abre de par en par, como si me estuviera advirtiendo de algo. No le entiendo, no sé qué está pasando. Estoy empezando a sudar, se me quita el apetito y dejo caer el tenedor sobre la mesa, noto cómo unos restos rojos me salpican la camisa, pero no les hago caso. Las dos se miran y no hace falta que me digan nada para saber cuál es ese secreto que tan enjaulado tenían. Todo se desmorona.
De repente todo aparece ante mí como el aleteo de un pájaro, un solo movimiento hace que todos mis pensamientos desaparezcan por un segundo y que al volver caigan sobre mí como un gran balde de agua congelada.
Me empiezo a marear, todo gira a mi alrededor e intento levantarme, pero no puedo. Siento que tengo las manos atadas a mi espalda, que me tapan la boca para que no pueda mediar palabra. Me están ajusticiando, y lo sé. Vuelvo atrás en el tiempo y reflexiono. En aquel momento mis sentimientos y mi cuerpo hablaron más que las palabras que le arrebaté a ELLA. Pero no sirve de nada mi arrepentimiento cuando sus risas van a sonar más alto que mis inútiles llantos.
Veo sus sombras avanzar hacia mí. No hace falta que me digan nada. Culpable. Culpable, eso es lo que soy. Culpable.
Autora: Nora Chow Munárriz, 1º BTO F, Humanidades
Culpable obtuvo el Primer Premio en la XIIº Olimpiada del Mundo Clásico de Navarra. En opinión del jurado la recreación de Nora Chow «crea un acertado ambiente opresivo en torno a la figura de Tereo: las miradas acusadoras y silenciosas de las hermanas revelan qué hay detrás del cruento menú que está degustando y lo abocan a reconocer su culpabilidad».