Desde 1999 la ONU celebra cada 25 de noviembre el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer e inaugura 16 días de activismo que terminan el 10 de diciembre en que se conmemora la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. El doloroso lema que la ONU ha propuesto para estos días es «Cada 10 minutos una mujer es asesinada. La violencia contra las mujeres no es inevitable. Puede y debe detenerse. Únete a nosotros para tomar acción durante los #16Días y todos los días«. Nuestro centro se ha unido, claro, y el pasado lunes convocó a todos a un acto en que dos alumnas leyeron este texto elaborado por el Grupo de Coeducación de nuestro centro.
MANIFIESTO 25 DE NOVIEMBRE
Hoy nos reunimos para conmemorar el 25 de noviembre, un día que, aunque tiene un origen doloroso, nos sirve para recordar la importancia de luchar contra la violencia de género y reflexionar sobre lo que aún nos queda por hacer para erradicarla. Esta fecha fue elegida para recordar a las hermanas Mirabal, tres mujeres activistas políticas de la República Dominicana que fueron asesinadas en 1960, víctimas de la violencia machista. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo de lucha, resistencia y esperanza para todas las mujeres del mundo.
El lazo blanco es el símbolo que nos acompaña en esta lucha. Este lazo, sencillo pero poderoso, nos recuerda que debemos comprometernos a erradicar la violencia de género en todas sus formas. Un lazo que, más allá de ser un simple adorno, es un símbolo de solidaridad, de una lucha conjunta entre mujeres y hombres para erradicar las desigualdades y los abusos. Al llevarlo, nos comprometemos a hablar, a denunciar y a actuar frente a cualquier forma de violencia hacia las mujeres, ya sea física, psicológica, sexual o económica.
Aquí, en el Navarro, mostramos nuestro compromiso con este lazo humano.
Sin embargo, a pesar de los avances, los datos son alarmantes. Solo en el año 2024, en España, ya se han registrado más de 40 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, lo que nos demuestra que aún queda un largo camino por recorrer. Cada cifra, cada vida perdida, nos recuerda la urgencia de cambiar no solo las leyes, sino también las mentalidades y comportamientos que perpetúan la cultura de la violencia machista. A cada mujer que muere le arrebatan el derecho a vivir en paz, a ser libre, a decidir sobre su vida sin miedo. Las muertes de mujeres son los casos más dramáticos pero no hay que olvidar otro tipo de violencia que se da día a día en todos los entornos, también en el nuestro, también entre adolescentes.
El problema de la violencia de género no es solo un problema individual, sino estructural. Afecta a nuestras familias, a nuestras comunidades y a toda la sociedad. Por eso, es tan importante que todas las personas nos comprometamos a generar un cambio real. Todos y todas tenemos un papel que jugar. No basta con ser neutrales; debemos comprometernos en la denuncia y el apoyo a las víctimas.
Hoy, más que nunca, necesitamos alzar la voz. No podemos seguir permitiendo que la violencia de género sea algo «normal» o «invisible». Cada vez que vemos una agresión, cada vez que escuchamos un comentario sexista, cada vez que alguien justifica el maltrato, estamos contribuyendo a la perpetuación de este ciclo. Como sociedad, tenemos el deber de educar en el respeto, en la igualdad y en la empatía desde la base, desde las aulas, en nuestras familias, en nuestros trabajos y en todos los rincones de nuestra vida cotidiana.
Este 25 de noviembre os invitamos a reflexionar. A reflexionar sobre el rol que cada uno de nosotros y nosotras tiene en la lucha contra la violencia de género. A que no miremos hacia otro lado cuando veamos una injusticia. A que nos eduquemos para ser parte de la solución, no del problema.
Porque, al final, todos y todas tenemos derecho a vivir sin miedo. Todas las vidas importan, y debemos luchar por ellas, por cada mujer, por cada niña, por cada persona que sufra violencia. Este es el momento de decir basta.
¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos!